¡Me encanta debatir!, aunque mas que debatir, me encanta discutir.
Me encanta cuando un debate de ideas se transforma en una discusión sólida y violenta con potenciales probabilidades de recibir un puñetazo directo en el tabique.
Pero mas que eso, me encanta tener la razón, porque yo siempre tengo la razón…Y si no la tengo, que sepas que buscare cualquier forma de tenerla así no te guste a ti.
Esta afirmación viene a un suceso que tuve ayer en el trabajo: Me encontraba gozando de mi tan valorada y esperada hora de almuerzo diaria mientras continuaba mi partida de Pokemon Rojo (en la que, por cierto, voy por el cuarto gimnasio) hasta que una voz horrida, chillona y maldita voz me distrajo de lo que hasta ahora eran una hora y cuarenta y siete minutos de merecido descanso a la rutina laboral (no había hecho nada en toda la mañana JAJAJA).
¿El origen? La bruja de la administradora del almacén, la cual todavía con una actitud de perra en celo se atrevió a cuestionar el motivo del porque yo no había vuelto al trabajo… ¿Qué carajos se creía esta tipa? ¿Con que autoridad iba a sacarme a mí de un duelo Pokemon mucho mas importante que catorce pedidos acumulados? A mi me pagan por ocupar un lugar, nadie dijo que era obligatorio que hiciera también labores de ese lugar.
Total que la tipa empezó a jactarse de que aquello no solo era una falta grave a la ética laboral y a las normativas de la empresa, sino que además amenazo con redactarme un memorándum escrito y que eso iba a proceder a las entidades laborales de este país.
Eso fue suficiente para apartar mi atención de la pantalla de mi aparatito y refutar al argumento de la bruja que estoy casi seguro tiene algo personal en mi contra.
“A todo esto… ¿Usted no sabe que estoy en mi hora de almuerzo?”, le dije.
Y ella me responde:
“¿Y usted no sabe que su hora de almuerzo son 60 minutos, y que esos sesenta minutos ya pasaron hace 45 minutos?”
Ciertamente, tenia un punto, un punto mas que valido, pero por mis huevos que no me iba a dejar avasallar por un simple vacío legal en los contratos laborales, y para respetos a la autoridad, solo la respeto cuando YO soy la autoridad.
Yo le señalé el envase con comida que tenia en la mesa y le dije: “Sigo en mi hora de almuerzo, porque yo de hecho, no he almorzado, y por ende aun mi hora no inicia solo se está postergando…”
Obviamente ante un argumento bien pensado, bien sólido, bien macizo una persona con decencia, con criterio lógico, no iba a argumentar nada en contra porque sencillamente mi brillantez y mi lógica son simplemente perfectas, pero una persona terca y testaruda con ganas de joder es el complemento perfecto para joderme la tarde.
Como la discusión tomo bastante tiempo aquí dejo varios de mis alegatos para que ustedes mismos puedan ver mi genialidad y poder constatar que de hecho yo no nací para tener la razón, la razón nacio para mí.
“Jesús ayunó 40 días. Yo me tomé 100 minutos. ¿Y tú quieres regañarme por eso?”
“Mi metabolismo funciona por instinto animal, no por horarios capitalistas impuestos, me voy a levantar cuando mi cuarto así lo decida.”
“¿Qué es una hora realmente? ¿No son todas las horas constructos sociales? ¿Y quién define el valor de mi tiempo? ¿La empresa o el vacío?”
“Si no fui hecho para estar sentado jugando Game Boy durante 2 horas, ¿por qué carajos evolucioné para hacerlo tan bien?”
“Según un estudio que no pienso citar, una buena digestión requiere al menos 90 minutos de descanso absoluto. Por eso no me moví. Lo hice por salud.”
Al cabo de un rato simplemente se canso y se fue. A mi personalmente me queda claro que algo debe tener en mi contra, lo que no entiendo es como alguien podría odiar al mejor elemento de esa empresa.
Luego de eso me levanté, guardé mi consola, y me fui a trabajar. No porque me hayan ganado, sino porque mi superioridad moral ya había humillado lo suficiente.
-CRISS (Junio, 2025)